Adónde anida la verdad?

La verdad por estos días parece ser una espesa e intrincada maraña de afirmaciones respecto al coronavirus, a la pandemia, a la cuarentena, a cómo saldremos de esta situación, a qué clase de normalidad volveremos, qué pasará con nuestras costumbres, con nuestros vínculos, con nuestras fuentes de trabajo, con la economía, qué clase de ejercicio del poder asumirán los gobiernos del mundo, cómo nos recibirá nuevamente este planeta que se manifiesta tan felizmente libre de nosotros….

Son tantas las dimensiones que están en juego y tantas las perspectivas para argumentar sobre la verdad que las fundamenta, que nuestras creencias más profundas se sientan a la misma mesa con lo que divulgan los noticieros, las mediciones estadísticas, las investigaciones científicas, los análisis políticos, sociológicos y filosóficos sobre el mundo que se avizora ante nuestros atónitos ojos.

Cuando el coronavirus entró en escena, fue China el epicentro de las miradas respecto a por qué se había originado allí. Desde la hipótesis del murciélago y los mercados húmedos a las conspiraciones de la industria farmacéutica y la temida guerra biológica, hay un amplio arco de explicaciones posibles.

Su expansión oscureció el panorama globalmente y todos nos volvimos potenciales infectados/inmunes, dando surgimiento a nuevas condiciones que pueden llevarnos a extremos muy peligrosos en la convivencia humana. También, fue el mundo entero, el escenario de un nuevo modo de vivir: encerrados, aislados, sin un horizonte propio, sin certezas, avanzando hacia la resolución de un problema sanitario que evidencia todos los otros problemas que ya teníamos pendientes y nos desafía a pensar qué clase de vida nos vamos a proponer y cómo vamos a organizarnos para que eso sea posible.

Si asumimos que la pandemia es consecuencia de una guerra biológica, por ende, hay sectores en pugna que están desarrollando sus planes mientras nos ponen a todos en condición de prisioneros o abatidos; entonces, saber quienes son los grupos de poder que la iniciaron y por qué lo hicieron, debería ser una urgencia tan prioritaria como combatir el virus. Aquí la verdad atañe a determinar los responsables de esta tragedia mundial. ¿Los hay? ¿Hay responsables malintencionados que a partir de un antiguo virus en un laboratorio desarrollaron una mutación que pudieran esparcir según sus propósitos? ¿y si es así, qué haremos al respecto?

Por el contrario, si asumimos que la pandemia es consecuencia de un proceso espontáneo, no intencionado y que se debe a la contaminación cruzada y a la insólita posibilidad de que el virus pasara a los humanos dando cabida a una plaga mundial, aquí la verdad atañe a determinar este paradójico origen con la mayor claridad posible. ¿Es así? ¿Todo surgió en un mercado y fue una eventualidad? ¿Qué tendremos que hacer entonces? ¿Seguiremos insistiendo con las miradas locales, cuanto más regionales? o ¿asumiremos de una vez por todas que somos una comunidad planetaria y que debemos reconocernos como tal?

Tanto una perspectiva como la otra, requieren de una explicación que ubica responsables y las causas/consecuencias que posibiliten asumir desenlaces. Todos necesitamos saber la verdad.

En lo personal, no me conforman sólo las sospechas. Comentar que se dice tal o cual cosa, que en tal lado salió publicado que un científico de 37 años fue asesinado de un disparo en la cabeza cuando estaba a punto de hacer anuncios importantes sobre la vacuna para el covid-19 (https://www.cnn.com/2020/05/06/us/university-of-pittsburgh-professor-killed/index.html) por ejemplo… no es suficiente.

Saber qué es en realidad lo que estamos enfrentando, nos posibilitará asumir actitudes éticas más allá de nuestras preocupaciones personales y podremos tomar decisiones con una perspectiva de mundo.

Al decir mundo no me refiero sólo a la naturaleza y nuestra presencia como parte de ella. Aludo a lo que como linaje universal hemos sido capaces de obrar en donde elegimos radicarnos. A nuestra historia, cultura, deudas, crímenes, genialidades, maravillas, nuestras buenas y malas acciones.

Nuestra huella en el mundo. Huella que asume verdades y las materializa.

Somos diseñadores del mundo que habitamos, sus arquitectos, sus ingenieros, sus artistas plásticos, sus carpinteros, sus herreros, sus jardineros, quienes amasamos y armamos la cotidianeidad con nuestras rutinas y nuestros quehaceres, nuestros ires y venires. Nuestro aliento da vida en cada rincón del planeta o la destruye. No somos simples huéspedes. Tenemos la posibilidad de intervenir y de co-crear este mundo, de allí la necesidad de estar lúcidos, despiertos, atentos a lo que pasa y por qué pasa. Basta ya de adormecimientos egoístas y mezquinos. Basta de miedos.

Entiendo que el miedo es un mal consejero. Nos susurra al oído todo el tiempo un “sálvate si puedes”, nos grita que salgamos corriendo al supermercado a abarrotarnos de papel higiénico o de alcohol, nos propone desconfiar de todos y de refugiarnos en la premisa de que lo que al otro le pase es porque se lo buscó. ¿Estaremos dispuestos a reconocernos en esos otros, donde todos somos UNO universal? Yo no advierto otra salida de esta pandemia y de cualquier otro desafío descomunal que no sea aprendiendo el sentido unitario de nuestra especie.

Hoy veo miradas de alerta en la calle -por sobre la línea de los barbijos- que revelan una escena sacada de un relato fantástico. Detenerme fugazmente en sus ojos, me produce una sensación extraña, ¿estoy siendo parte de un momento histórico de la humanidad que me pide qué cosa? Me niego a ser una víctima pasiva, a simplemente adaptarme y quedarme esperando que esto pase, a hacer de cuenta que cuando pase, todo volverá a ser como antes y volveremos a reproducir la misma película que antes de la pandemia con todos sus encantos y sus horrores. Me niego a solamente aguardar el momento en que me tomaré la próxima cerveza haciendo como si nada.

¿Qué verdades buscaremos para la salida de esta crisis mundial? ¿Qué certezas construiremos? ¿Qué decisiones tomaremos? Y con esto quiero expresar que los gobiernos toman los caminos que les consentimos las sociedades, las voluntades sociales avalan las acciones políticas y no al revés. No somos espectadores pasivos, nunca lo fuimos. Ha llegado muy profundo nuestra anestesia si esa es nuestra verdad.

Tal vez, confiar en el esfuerzo individual y en el camino personal ha sido por mucho tiempo la respuesta a nuestras propias búsquedas de bienestar y progreso. Las pequeñas acciones para sumarle al mundo una gota de bondad o de decencia nos ha tranquilizado la conciencia y hemos seguido el camino de nuestras existencias mirando para el costado frente a las grandes injusticias como una manera de vivir a lo “sálvese quien pueda”, aunque nos parezca correcta y decente. Claro que ser honestos importa. Ser laboriosos, pacíficos, protectores de nuestras familias, todo ello es indispensable para una vida en armonía. Esas son verdades preciosas que han sostenido generaciones enteras.

Pero si miro por mi ventana veo una realidad más ancha que mi propia espalda, veo que todo aquello de lo que necesito para vivir también está afuera y sucede en este momento de la historia. Es hoy, es ya, es en este tiempo. Pienso en mis hijos, dueños indiscutidos del futuro y me pregunto: ¿qué verdades les legaremos? ¿qué verdades me definirán a mí para que ellos tengan un mañana? Estar a salvo, en el mejor de los casos, provistos de suficiente alcohol y papel higiénico, no alcanza.

¿Cuáles serán las verdades que nos urge construir? ¿Adonde anidarán esas verdades?

Lo traigo aquí a Humberto Maturana: “Mi madre solía contar que Carl Auer decía cuando se le contradecía: ‘Las cosas no son como son, y de hecho, incluso cuando son como son no lo son’. Después de esto, mi madre agregaba por su cuenta: ‘Sean lo que sean las cosas, incluso cuando son y no son lo que son, son tu responsabilidad’.”[1]


[1] Humberto Maturana, El sentido de lo humano, Granica, Buenos Aires, 2014, pp 150

Una respuesta a “Adónde anida la verdad?

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  1. Me Encantó el Plantéo de Semejante Pregunta que da por Título la Nota. Y de la Palabra «Ética» en adelante le encuentro sentido hasta que llegó a la Palabra » Miedo» . Pero me Quedo con el Final. Excelente. Muchas Gracias Isabel por compartir Tu Pensamiento. Hasta el próximo café. Abrazo.

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