Acerca de mi

Mi nombre es Isabel Bohorquez, nací en Necochea, provincia de Buenos Aires, a orillas de un mar agreste e inmenso que me vio crecer. Fue una de las mejores etapas de mi vida y cada vez que vuelvo a pisar sus playas algo precioso me explota dentro del pecho. Me siento feliz y libre. Las olas me susurran secretos que no alcanzo a comprender pero que igualmente me emocionan. Siempre seré de allí. Siempre será mi lugar favorito.

Cuando  yo tenía 12 años, mis padres decidieron mudarse y volver al hogar de la familia, o sea, Rio Cuarto,  provincia de Córdoba.

Ahí empecé a escribir.

En medio de mi propio desconsuelo por alejarnos de mi mar, de mi infancia, de mi lugar predilecto en el mundo.

Escribía poemas, canciones (seguramente de protesta), cuentos, de todo. Y lloraba mucho. Me sentía una niña solitaria e inadaptada.

Escribir y leer fueron mi refugio. Además me porté bastante mal en la escuela como señal de disconformidad.

De ahí en más la escritura fue parte de mi vida.

Escuela secundaria, universidad, trabajo profesional, estudios de posgrado… fueron pasando como una ráfaga. Obtuve varios títulos universitarios, incluidos un doctorado en Educación. Estudié Psicología, Filosofía, Pedagogía, etc., etc…

Me casé muy joven, a los 22 años, enamorada y convencida de que la familia sería el epicentro de mi vida. Y lo fue. Por 27 años estuve casada y en todo ese tiempo vivimos la maravillosa aventura de criar 4 hijos, sufrimos desdichas inconmensurables como la muerte de nuestra primera hija, María Florencia, nuestra Florcita, nuestra Princesita. Y tuvimos la más grandiosa bendición de acompañar a crecer a tres preciosos hombres Juan, Agustín y Pablo.

Aún hoy mis hijos son el epicentro de mi vida. La familia no se disuelve por un divorcio. Sólo se destartala un poco y si hay amor, sigue adelante más fortalecida.

Hice muchas cosas en mi vida, muchísimas. En todas la escritura estuvo muy presente.

Hoy inauguramos este espacio con la intención de que las palabras que puedan ser expresadas aquí, en soledad, en conjunto con amigos y colegas, sumando voces y almas, sean fecundas como la tierra generosa y mansa y ligeras como la brisa suave que invita a caminatas largas y agradables.

Las palabras son el corazón de este sitio. Ojalá encuentren todas y cada una de ellas un lector que se entusiasme, que se emocione y que quiera más.

En un mundo muchas veces demasiado apurado, incluso escaso en expresiones que apasionan y mueven a hacer, queremos estar presentes palabreando, humanizándonos, encantándonos con nuestros propios susurros.

Como dice bellamente Carlos Skliar[1]: “¿Y si no hubiera otra cosa que escribir? (…) La escritura tiene miedo de cerrar sus manos. De acomodarse. De sentirse satisfecha. De darse por terminada”

Escribamos. Ustedes también están invitados en esta aventura.

Isabel Bohorquez

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[1] Carlos Skliar, No tienen prisa las palabras, Miño y Davila Editores, 2013, pp. 120 – 122