LA PAJA EN EL OJO AJENO

Ni Mauricio Macri, ni Elisa Carrió, ni Cristina Fernández, ni Alberto Fernández, ni Sergio Massa y la lista puede seguir…escapan a esta parábola.

La clase política argentina agoniza y se extingue en su propio círculo.

Necesitamos otra cosa. Otra gente, otros discursos, otras miradas del quehacer político. Otra forma de resolver los desafíos, de gestionar, de legislar, de servir a la sociedad en el marco de las instituciones democráticas.

Los problemas siguen siendo los mismos.

Hace muchas décadas que Argentina-como país hijo de América Latina toda- atraviesa las condiciones de pertenecer a una de las regiones más asimétricas (e injustas) del mundo.

Personalmente, recuerdo las definiciones sobre igualdad educativa que estudiaba en la facultad hace por lo menos 40 años…y todo lo que he recorrido en mi vida trabajando desde mis 19 años en el ámbito de la educación y la salud continúan siendo constantes al punto que parecen una foto repetida hasta el hartazgo.

No han cambiado los problemas y lo que es peor, no han cambiado los modos de pretender solucionarlos. Incluso, se han profundizado y agravado debido a que tenemos una pobreza estructural instalada y creciendo de manera sostenida.

Incomprensiblemente, en un país rico y vasto como el nuestro, hemos crecido muy poco comparativamente con otros países en condiciones menos aventajadas, tenemos tasas muy altas de delito, inseguridad y vulnerabilidad social, de deserción escolar, de desocupación, se promueve muy poco el empleo y se prioriza el asistencialismo, la industria nacional tiene pocas chances de crecer con los invariables tembladerales y contemplamos con angustia cómo nuestros desafíos ambientales y de desarrollo sustentable están siempre sujetos a intereses sectoriales o desplazados por urgencias que nunca terminan de superarse.

El mapa de la Argentina es muy diverso y siendo que hay regiones más pujantes que otras, igualmente las crisis que nunca acaban ni se superan, parecen arrastrar a todo el territorio hacia la misma zozobra.

Algunas regiones o provincias son literalmente feudos en manos de grupos reducidos que han provocado más pobreza y corrupción década tras década, otras regiones permanecen supeditadas (subsidiadas) al criterio central de los gobiernos nacionales de turno y no logran alcanzar una definición propia de desarrollo y crecimiento, mientras que los gobiernos nacionales se suceden sin atinar a un verdadero federalismo y a una genuina política de promoción y de impulso del crecimiento integral.

Ideológicamente nuestra clase política argentina está sin rumbo. Y ha perfeccionado una gran voracidad por la crítica y el menoscabo de quienes los antecedieron o sucedieron, como si el hecho de mirar hacia atrás, adelante o al costado fuera tarea suficiente y justificación de la escasa y mediocre construcción económica, social y cultural del actual escenario argentino.

Parece que si alguien tiene la culpa ya estamos. Y no estamos ni estaremos.

Todos intercambian frases y repiten fórmulas: los jubilados, la infancia, la salud, la educación, la inflación, etc., etc.,

Todos asumen discursos que convergen en las mismas aspiraciones pero parten de miradas muy diferentes y toman decisiones que la mayoría de las veces contradicen aquello que proclaman.

La mentira es una práctica sencilla. Basta con afirmarlo en las redes…

Reaparecen banderas de revoluciones setentistas que no nos solucionaron nada…vuelven a surgir pretendiendo ser una respuesta social ante la cual la gente común, la que trabaja, estudia y se pela el alma para salir adelante, no adhirió antes y no adhiere ahora.

No son revoluciones rencorosas lo que necesitamos.

Ni discursos pretendidamente progresistas y humanitarios, aunque provengan de autoridades religiosas (que no siempre fueron una garantía de fidelidad a la verdad y al desarrollo humano)

Menos aún una grieta que es solamente ventajosa a la disputa política.

El almacenero de mi barrio, el señor que viene a limpiar los calefactores que ya están bastante viejitos pero no cambiaremos justamente este año y yo, no tenemos ninguna grieta de por medio. Somos todos argentinos, cordobeses, gente de trabajo y pagamos la factura del gas, la luz, los impuestos, etc. sin chistar porque no tenemos eximiciones de ninguna clase. Para nosotros no existe la grieta.

Habría que avisarles a nuestros políticos que la disputa no es de nuestro interés vital. Echarle la culpa al gobierno anterior, del gobierno anterior, del gobierno anterior, demonizando las gestiones y justificando los fracasos en el hombro ajeno es la idiotez más aberrante y la gente común ya no la soporta.

Cuando yo escucho o leo declaraciones que parten de la culpa de otros, me exaspero. Es la nulidad misma de cualquier solución.

Lo que la gente común espera y ¡necesita! es que nuestros funcionarios aprendan a ser útiles y laboriosos.

Y que sean más humildes, que no nos den cátedra de nada porque de este lado el Pueblo no es tan sonso.

Desgraciadamente, abundan los ejemplos de exhortaciones omnipotentes y necias…

Justificaciones inexplicables y vergonzantes respecto a un aumento del 40% del sueldo para personas que ni siquiera dan muestras de encontrarse realmente preparadas para servir a nuestro país (me refiero a los salarios del Congreso)…es una ofensa a nuestra propia capacidad humana de discernir la verdad.  Quienes hayan avalado semejante desatino ya deberían ir pensando en no mostrar la cara en ningún afiche las próximas elecciones….

Tampoco cae bien ver el rostro de los que se fueron derrotados y vuelven como los ubicuos representantes de nuestros intereses.

Ojalá Macri no quiera ser presidente de nuevo (háganselo entender los que estén en su entorno) y que la dupla Fernández/Fernández (o sucedáneos) tampoco lo intente. Ni los que nunca llegaron a captar el voto de la gente e insisten. Ya es tiempo de mirar hacia el Pueblo y aprender.

No hay capital político que dure en ningún partido si se tergiversan los fines. Y eso es bueno, porque ese pretendido caudal pertenece a la vieja y corrompida escuela sectaria que ya debe ser superada por otra mirada para convivir en sociedad.

No necesitamos partidos políticos, ya no.

Vivimos un mundo que afronta problemas globales, donde las fronteras incluso geopolíticas se desdibujan cada vez y las diferencias culturales (excepto que sean basadas en la discriminación racial o la xenofobia) admiten integraciones impensadas hace unos años, los jóvenes circulan por el mundo, el avance científico y la tecnología pueden ser una realidad universal así como las propuestas de solución para sostenernos como habitantes de un planeta que clama por un cambio urgente.

Los problemas de corrupción, narcotráfico, esclavitud, pobreza, etc., son repudiados por la sociedad global y podríamos resolverlos si hubiera voluntad de parte de quienes nos representan institucionalmente en las diferentes esferas.

Sabemos como mundo lo que necesitamos y queremos.

No existe una solución que parta solamente de un grupúsculo que en sus orígenes o su derrotero siempre tienen algo que explicar o esconder.

Basta de enunciados pomposos.

Cambien la estrategia.

Busquemos las respuestas en donde realmente están: en la gente que trabaja, estudia, se esfuerza, se proyecta aún en las dificultades más grandes, tiene familia, cuida de los suyos y sale a ganarse el sustento, incluso en pandemia.

No estemos mirando la paja en el ojo ajeno.  Ya no más.

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