SÁBATO Y BORGES

¿El diálogo como eje de cambio?

Isabel Bohorquez

Como cada domingo, gracias a El memo de Mendoza por la confianza https://www.memo.com.ar/opinion/dialogo-milei-borges-sabato/

Comienzo con un poema fantástico de Elizabeth Bishop[1]:

El arte de perder no es difícil de dominar;
tantas cosas parecen llenas con la intención
de perderse que su pérdida no es un desastre.

Pierde algo todos los días. Acepta la tensión
de perder las llaves de la puerta, la hora malgastada.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Luego practica perder un poco más, perder más rápido:
lugares, y nombres, y a donde te disponías
a viajar. Ninguno de estos traerá un desastre.

Yo perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! mi última, o
la penúltima de las tres casas amadas se fue.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Perdí dos ciudades, hermosas. Y, todavía más,
algunos reinos que poseía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.

—Incluso perderte a ti (la voz de broma, los gestos
que amo) No habré mentido. Es evidente
que el arte de perder no es demasiado difícil de dominar
aunque pueda parecer (¡Escríbelo!) como un desastre.

Estos días previos a la asunción presidencial de Javier Milei nos encuentra a todos con un altísimo grado de expectación.

Cada movimiento, si elige a tal o a cual, si va a tomar esta medida u otra…es mirado atentamente por todos los sectores de la sociedad argentina.

Ya comenzó a ponerse en marcha -también- la rueda de las críticas y la maquinaria pronta a resistir cualquier medida que tome Milei. Donde el arte de perder parece ausente.

¿Podremos encontrar otro camino que no sea la censura y los increpes?

Advierto que todas las fundamentaciones ideológicas respecto al enfatizado desastre que implica tenerlo a Milei como presidente no incluyen autocríticas ni evaluaciones sustantivas respecto a lo que desencadenó esta oleada de apoyo a una posición política que plantea revisar todo lo que en el Estado se ha estado haciendo mal, entre otros puntos centrales de su agenda.

Y es que realmente es así. Estamos muy mal, cansados de tanta inoperancia,  de tanta corrupción, de tanta ausencia de un plan de gobierno, incluso de un presidente que se está yendo sin pena ni gloria.

Lamentablemente, lo público se convirtió en una metáfora del exceso para algunos favorecidos por ser parte de esa dinámica corporativa. Lo público dejó así, de estar al servicio de la gente para estar al servicio de la política partidaria. Quien ocupe el poder ocupa los espacios públicos y los sobredimensiona a su antojo. Eso es lo que tiene que terminar en Argentina.

No es lo público lo que está mal sino el modo en que se ha hecho uso de lo público.  Pervirtiendo su función primordial: ser de todos.

¿Podremos dialogar sobre una manera de volver los espacios e instituciones públicas a su función genuina? No partidaria. No apropiada por ningún sector ni agrupación. Siendo de todos.

Las defensas cerradas y los ataques intransigentes no abrirán puertas ni alcanzarán consensos.

Hoy la sociedad no quiere piedras en el Congreso. Ojalá los proclives se den cuenta.

Hoy necesitamos ser como Sábato y Borges, cuando después de 20 años de estar distanciados sin hablarse, peleados por razones políticas, se dispusieron al reencuentro porque entendieron que eso era mejor para todos.

Transcribo aquí un pasaje de uno de esos diálogos[2]:

Barone: Siempre me pregunté como será eso de traducir a otros idiomas como el chino por ejemplo.  

Sábato: Eso nunca se podrá comprobar (risas). Si ya con lenguas indoeuropeas es imposible la traducción, podemos suponer lo que será el pasar a lenguas como el chino. En rigor, cualquier traducción es falsa, no hay equivalentes exactos.   

Borges: Eso es culpa de los diccionarios, que han hecho creer que hay equivalentes y no los hay. Y también de los traductores que no comprenden que no es lo mismo traducir una obra de la que han transcurrido centenares de años y otra contemporánea. Cuando Poe o Lawrence tradujeron La Odisea pudieron recrearla con plena libertad porque era una lengua muerta. En cambio cuando se trata de un idioma contemporáneo, como por ejemplo el de Whitman, no veo otra posibilidad que la de una versión como la mía, un tanto personal y a la vez con un rigor resignado.   

Sábato: «Amar» en castellano no es lo mismo que en francés. En francés «se ama» un bife o el arroz. Creo, Borges, que ni siquiera podría decirse que se puede pasar del castellano al castellano: desde el momento en que el primer conquistador pisó América la palabra «llanura» tuvo otro significado que en España.   

Borges: Por supuesto, es lo mismo que pasa con el inglés y el americano.   

Sábato: Bernard Shaw dijo: «Una lengua común nos separa». Un aforismo casi hegeliano.

Habrá que intentar el camino del diálogo como la tarea, quizá, más ardua de todas.


[1] Elizabeth Bishop (1911-1979) El arte de perder. Publicado en 1982.

[2] http://www.geocities.com/leerasabato/dialogos.htm

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