Rosa o verde?

Cuando los colores nos separan

Isabel Bohorquez

Gracias a El Memo de Mendoza por confiar siempre https://www.memo.com.ar/opinion/cecilia-strzyzowski-chaco/

Ayer iba caminando de compras por el supermercado y escuché al pasar un fragmento de la conversación entre una adolescente no mayor de 13-14 años y su papá. Él le pregunta: “¿Al final, sos rosa o verde?”. Y ella le responde risueña: “¡Soy verde papá!, ¿no ves?” Exhibiendo orgullosa su pañuelo verde atado en la muñeca…

No me atreví a preguntarles sobre qué trataba el diálogo, aunque sinceramente hubiera deseado conocer el contenido del mismo. Me quedé repasando sola esas expresiones y pensé, cuánta banalización sobre cuestiones tan profundas y dolorosas…

Hoy se cumple un mes de la desaparición de Cecilia Strzyzowski en la ciudad de Resistencia, provincia de Chaco y está previsto realizar otra marcha en su nombre. Los hechos que van saliendo a la luz muestran indicios de un crimen atroz en manos de una familia que ganó poder embanderados en las luchas populares y en nombre de proclamas libertarias, algunas muy explícitas y con propósitos doctrinarios. Al punto que los alumnos de la escuela cuyo fundador y director es el propio Emerenciano Sena, deben aprender consignas referidas al Che Guevara y a la revolución cubana, inclusive izar la bandera comunista junto a la argentina. La paradoja de siempre: terminan convirtiendo su propio territorio en un yugo a los mismos que dicen defender, donde impera el temor y la sumisión. ¿Cuántas personas habrán desaparecido del mismo modo que Cecilia y recién ahora está saliendo todo a la luz?

¿Por qué permitimos que pasen estas cosas en nuestro país? Y no me refiero al trágico asesinato de Cecilia (asumo que la mataron) sino al contexto social y político que admite que gente como los Sena se apodere de nuestros territorios, de nuestros pueblos y comunidades para hacer sus propios negocios y ejercer su propia y demencial cuota de dominio sobre otros congéneres. Al punto que se adueñan impunemente de nuestras vidas. Porque Chaco somos todos. Formosa somos todos y todas.

En cada territorio donde un nefasto semejante se considera diferente y por ello privilegiado y hacedor de potestades, estamos ante una desigualdad y una injusticia. Ya sea Córdoba, Buenos Aires, San Luis, Santa Cruz, Jujuy o Santa Fe…donde sea que nuestra Argentina se convierta en feudo, sea una mega polis o  un pueblito, si la política le abre la puerta a los déspotas y a los criminales que trafican con cualquier bien, incluso nuestro ambiente, nuestros recursos y nuestras vidas…allí hay una especie de feudo, quinientos años después de haber superado la Edad Media. Los señoríos se han consolidado en Argentina y no quieren retirarse en tanto que la sociedad parece no tener la fuerza moral para retirarlos de escena de modo que nos consumen y someten a todos.

Vuelvo al asunto de los colores que parece tener una presencia significativa en el campo de lo simbólico e ideológico actual, especialmente entre algunos grupos de jóvenes.

Me preocupa que una niña de ¿13-14 años? piense que ser rosa o verde pueda definirla y ponerla a salvo de un país que requiere de una justeza ética y moral mucho mayor y trascendente. Sí, es una cuestión de valores y ¿cómo se interpretan si los colores me ponen en una vereda o en otra con total ligereza?

Me pregunto qué piensa ella, cómo interpreta ser verde o ser rosa, qué le explicaron, qué entendió y cómo ese relato se constituye parte de su vida…

¡Se ha muerto una persona! ¡Ha desaparecido! ¡Es una mujer! Aunque en lo que a mí respecta podría ser varón o mujer y su valor como ser humano es y sería el mismo sin lugar a dudas.

Sin embargo, la marea verde que ha abarcado tantas banderas y abrazado tantas causas siempre poniendo por delante el feminismo y la protección de la vida de las mujeres, ahora hace silencio frente a la muerte de esta joven chaqueña… ¿quizá porque sus banderas entran en conflicto? ¿O porque cuestionar parte del establishment chaqueño implique una especie de contradicción insoportable? ¿Entonces…?

Lo más grave de esto es que una jovencita a muchos kilómetros del paisaje chaqueño pero siendo argentina y en proceso de formarse y de aprender una visión del mundo, un conjunto de valores que le sustenten su accionar y su proyección como persona, afirme ligeramente y como un juego que su color es el verde y no el rosa en clara alusión al pañuelo que lleva en su muñeca…

¿En qué consiste uno y otro sino nos conducen a un mundo mejor?

¿De qué sirven las posturas que declaman defensas que tantas veces se ausentan injustificablemente?

¿Qué les estamos enseñando a las generaciones más jóvenes?

Creo que debemos despertar de este adormilamiento en el que hemos caído de a poco y encontrar nuevamente la brújula de los valores y de la ética. Le dimos prioridad a la persona individual y a la autodeterminación, a la libertad y la definición según el propio criterio…Nos pasamos las últimas décadas insistiendo en construir una cultura rebelde way, rechazando las formas y las estructuras, las instituciones y las constricciones de cualquier índole. ¿Y ahora?

¿Cómo nos tornamos una sociedad consciente y responsable con un sentido de bien común?

“Serás lo que debas ser o no serás nada” decía el Padre de la Patria Don José de San Martín

No nos definen los colores. Ni nos distancian.

Son nuestras decisiones personales y en conjunto, las que le ponen rostro y nombre a quienes somos en verdad.

¿Nos animaremos a ser los argentinos que nos gustaría ser y que necesitamos con urgencia ser, enfrentando los hechos que nos acontecen y resolverlos?

Hoy, 2 de julio, todo el país debería ser rosa y pedir por el esclarecimiento de la desaparición y muerte de Cecilia Strzyzowski.

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